Dudo de la veracidad
de tus ambiguas dudas.
Valga la redundancia
si saco seis doble,
que un tercero me lleva a casa
en el mundo del parchís.
Todo es cíclico y constante,
respirar cuando estás vivo,
redundantemente quieto en sepultura,
dando vueltas en tierras
que se esparcen y brotan sin pausa.
Y nada más nadar
desnudo en la nada,
se repiten las estrellas
de las noches menos claras.
Y la luna crece,
y otra llena,
y otra mengua,
se va,
y vuelve a crecer.
Valga siempre la redundancia
como tiovivo imparable.
Un pálpito vuelto yoyo,
baila sin tutú
la danza del reloj.
Dime ¬¿Quién eres tú?
Pregunta un desconocido.
Y se presenta, y lo conoces, y lo olvidas,
y vuelve de nuevo con otro rostro
y otra pregunta,
¬¿Quién soy yo?
Y el espejo responde:
¬¿Otra vez tú?
Tú duras algo más
en mi rotación,
y muero contigo,
y nazco por ti,
y me acuesto contigo,
y amanezco en ti.
Redundándote eternamente,
cabalgando ese latido
que se jugó el corazón
frente a tus cartas marcadas,
rodeando tus redondeces.
Valga la redundancia
como moneda en curso.
El verbo más ancho / Ediciones La Baragaña
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