LA ETERNA PREGUNTA
La eterna pregunta de la identidad:
ser o no ser.
Dejarse ir,
o quedarse en esta orilla,
en la seguridad,
o ir allá donde el paisaje se adivina frondoso,
se percibe
y casi nos parece oler las flores del otro lado
y nos vamos embriagando del olor presentido
que nos va penetrando,
y son las flores, las enredaderas,
el agua del otro lado que nos está sonando en la memoria
con su olor a mango,
y es ese sentir que el corazón está próximo a estallar
(el olor del malinche, las explosiones del malinche),
los faunos,
un día que se va,
un día que pudimos haber estado al otro lado
y no estuvimos.
DESPARRAMADAS
Estaban allí,
desparramadas,
las flores del árbol grande
que no sé cómo se llama
y que florece rosado en las tardes,
esas tardes hermosas
en que tu recuerdo
es una ola corriente que vibra en mi sangre,
como esas flores que vibran sobre el pavimento,
vuelan sobre los techos de las casas,
se enredan en el pelo de aquella vieja caminando despacio,
o en aquella fuente, mi amor
o en aquella fuente...
INVENTAREMOS NUESTRO PROPIO IDIOMA
mi amor,
y se nos crecerán los ojos.
Veremos cosas que nunca nadie ha visto:
caminos entre las nubes,
canciones en los trigales.
Les veremos los fustantes al viento,
las bocas con que besa el agua,
andaremos sueltos,
descalzos,
desnudos,
como invisibles duendes.
Llenaremos de palabras y risa
las paredes del mundo
mientras vamos vertiendo el amor de nuestros cuerpos
gorgojeando,
aguahablando,
cho
rre
án
do
nos
como las fuentes.
"El ojo de la mujer" / Visor Libros