El águila ratonera no suele reprocharse nada.
Carece de escrúpulos la pantera negra.
Las pirañas no dudan de la honradez de sus actos.
Y el crótalo a la autoaprobación constante se entrega.
El chacal autocrítico está aún por nacer.
La langosta, el caimán, la triquina y el tábano
viven satisfechos de ser como son.
Cien kilos pesa el corazón de la orca,
pero es, en lo esencial,
como una pluma liviana.
En el tercer planeta del sol,
la conciencia limpia y tranquila
es síntoma primordial de animalidad.
Paisaje con grano de arena / Editorial Lumen
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