domingo, 8 de marzo de 2020

3 poemas de Naufragios - María Iluminada González


I

UNA MUJER DORMIDA ES PRESA FÁCIL
sólo basta tenderse a su lado
penetrarla con una luz cualquiera
y respirar profundo para no tragarse la muerte de su rostro.
Una mujer desnuda nunca se cree estafada
la noche es sólo un puente para saltar
sin miedo de lo que pueda haber al otro lado de sus ojos.

II

En mi ventana tras la reja sin luz de mi ventana
la noche también es un puente.
Yo estoy en el lugar más alto de la noche
jugando a estar despierta
habitar de verdad estas paredes que escribieron los niños
mientras creían atrapar la infancia.
(¿En qué hoguera del cuerpo se nos quema la infancia
en qué grito por quién?)
Mamá recoge las cenizas. Mamá esparce las cenizas.
Mamá zurce las alas.
Dios tenga piedad de los que vuelven.

III

Volver es siempre una forma de perderse
dejarse devorar por el miedo a uno mismo
por la derrota del paisaje que también es el mismo
y que no precisa de regresos
porque tú eres un árbol un río una ciudad el
caminante
estás ahí al doblar la noche
entrando y saliendo de ti
aproximándote a lo perenne
al sitio exacto del naufragio
al vasto corazón.
Nunca abras la puerta si no estás detrás de ti para cerrarla
porque volver no siempre es regresar.

IV

A veces quisiera ir desnuda por las calles
ofrecerme de contrabando y escoger al animal más hermoso
al animal de ojos heridos y amurallados
que saltará sobre mí como un pájaro agonizante
en busca del inmortal vuelo.
¡Oh prostitutas de alas negras
mi sexo irrumpiendo en el mercado con su néctar en cruz!
¡Oh inmaculadas y castísimas señoras
la deesnudez purifica como el vino
abre todas las puertas para que te descubras
para que te conquistes desde adentro!
La desnudez puede ser una llave.
Yo desnuda relampagueante como un ángel
mientras la noche se tiende dulcemente a mis pies.

V

A veces también quisiera ser un perro
ser de verdad el mejor amigo del hombre
custodiar la blanca hospitalidad de la luna
desde los desiertos portales
justificar mi voz lamiendo la ternura.
Un perro es una aprobación mansa
sin otra alternativa que su lengua.
Un perro es la justicia
salvándote a mordiscos de la conciencia.
Esta noche ladro a la soledad
al látigo ancestral de su sombra.

VI

La larga noche cae sobre la misma aridez de otras noches.
En la inmensa dinastía de su silencio
estamos juntos terriblemente amarrados
y nadie se reconoce en otros rostros
todos negamos la exactitud del corazón
su fortaleza inexpugnable.
Por esta vía es tan simple la soledad
la palabra soledad suspiro sombra muerte.
En la memoria del sueño somos reyes.
Alguna vez allí yo cantaré con esta misma voz que muerde
su antigua heredad.
No habrá otra resurección que la de la sangre.
En su misterio en el violento manantial de su misterio
yo cantaré cantaré amparándome contra cualquier olvido.

VII

Por aquí cruzó un río.
El agua abrió túneles en los amaneceres
por donde se escapaban los amantes borrachos con sus soles.
Aquí me miró Dios alguna vez
cuando las puertas no combatían contra mí
cuando yo era una puerta
una mujer estallando en su semilla.
Quiero creer que esta mujer es la misma
recostada a sus pájaros con una luz suicida
su mano en la perfecta precisión del vuelo.
Quiero creer en este insomnio
que arroja el arco y la manzana
contra los gritos sin rostros de la noche.





QUIÉN VA AMAR A ESTA MUJER
que abortó un hijo por comodidad y sembró violetas
donde debieron crecer indefensas canciones de cuna
y cuando quiso decir hijo mío
habían emigrado todas las palomas.
Qué voces esperar qué manos si salta y salta
para caer desde sí misma
cerrando puertas inútiles pedradas al tiempo.
Quién va a salvarla desafiar la miseria de su vientre
asustada como está ante la moral mientras contempla
con limpio y legítimo deleite los pechos de la amiga.
Ay quién va a amarla
sin saber si mañana estará amaneciendo
entre las grietas de estos muros
si ellos darán constancia de sus pasos
de la orfandad de su palabra.
Quién se repartirá sus adjetivos su deuda con el sol
el espejo que guarda intacta su memoria.
Cómo saber si alguien se robará una estrella
y esperará a que se desnude con su eterno temor a 
equivocarse
esta mujer que amó por igual al santo y al hereje
que nunca fue leal y acusa a las vocales de su nombre
tutelares fantasmas que la noche hace danzar
urdiendo versos que otros han urdido en amaneceres
memorables.
Esta mujer que no se atreve a poner camelias en su pelo
y vestida de blanco se baña en rarísimos perfumes
sin saber si asistirá al milagro de la resurrección
o a un baile de máscaras.





TU SEMEN HUELE A FLORES
deja que eche raíces en mi lengua
y sobre la vasta y cálida pradera de mis pechos
se esparza como un río también sediento de mi carne.
Quiero beberlo en esa copa natural y sagrada
donde se hermanan vida y muerte
y los límites son de frágil y moldeable cristal.
Hombre mío cordero mío
heredero universal de mis orgasmos
fecunda a golpes de luz mi garganta
mi fuente de jade derramándose
dulce manantial donde renacerás
sangre de mis sueños.
¡No haya gruta o ladera ventana o abismo de mi cuerpo
que no sea conquistado por tu olor!
Que todos sepan cuánto de nuestro amor hemos lamido
cómo sorbemos nuestros jugos
hasta convertirnos en esa rara sustancia divina
que sólo descubren los privilegiados de la luz.
Vuelve a devorarme como si el tiempo fuera
una estación inventada por los dioses
para jugar al arrepentimiento y a la mentira de existir.
Pero mientras nos convoquen las campanas
táñeme hombre mío llameante talismán que enarbolo
para que el tiempo sea sólo tiempo
y mañana una palabra ajena
que nada tiene que ver con nuestro baile.

"Naufragios" / María Iluminada González
Premio Internacional de Poesía 2010
Casa de teatro